The Mirror of Erised {Normal}{Confirmación}

¿Queréis escuchar una historia?
Conozco una muy entretenida... como en toda leyenda que se precie, nadie sabe decir con certeza si lo que pasó es cierto. Pero es lo que se cuenta. ¿Aún queréis escucharla? Empiezo: érase una vez, en Escocia, cuando el tiempo aún era joven, cinco magos muy poderosos. Vivían en una época en la que no era fácil ser un mago... ni aprender a utilizar la magia. Los jóvenes magos no tenían dónde aprender, los maestros no tenían dónde enseñar... y las artes mágicas no quedaban recopiladas en ninguna parte. Era por eso, que nuestros cinco magos tenían un sueño: crear un lugar donde impartir sus conocimientos, un lugar donde acoger a pupilos que aprendiesen a usar sus poderes.

Como en toda leyenda, también hay un héroe, uno trágico. Se caracteriza por ser el que destaca, el líder líder. Ese grupo no era la excepción. Nuestro mito no es la excepción: había un líder: y ese era Svenje Skald un hombre fuerte, sabio, poderoso, poseía una labia capaz de conquistar a una mujer usando solo siete palabras y de detener una guerra con diez. A pesar de tantas cualidades, Svenje no tenía grandes ambiciones: el sencillamente soñaba con enseñar... y con formar una familia, que era lo que se enseñaba a querer a todos los hombres del lugar del que él venía. Y su deseo se vio cumplido cuando una de sus compañeras, Rowena Ravenclaw aceptó su cortejo y comenzó una relación con él. Porque, sí, esta también es una historia de amor. Y durante un tiempo, todo estuvo bien.

Sin embargo, las cosas se torcieron. Siempre se tuercen ¿verdad? Veamos... tenemos al héroe, tenemos a su dama, y… ¿qué es lo que falta en nuestra leyenda? El villano, por supuesto. No todo el mundo se alegraba de la felicidad de Svenje y Rowena. Había también un mago llamado Salazar Slytherin... era un hombre muy orgulloso de noble descendencia, incapaz de perdonar a Svenje que poseyese todo aquello que él ambicionaba: el liderazgo, la fama... la chica. La envidia le corroía... y un día, se decidió a actuar. Como sabía que su poder era inferior al de Svenje, y que no tenía posibilidades en un enfrentamiento directo... optó por asegurarse de que otros le hacían el trabajo sucio. Consternado y compungido, Salazar visitó a cada uno de sus compañeros, contándoles mentiras y bulos que acusaban a Svenje de querer traicionarles... Godric Gryffindor no dudó en creerle. El corazón de Rowena se hizo pedazos, pues tampoco dudó de su amigo. La única que desconfió de sus mentiras, pues era observadora y hacía tiempo que había visto cómo el corazón de Salazar se llenaba de oscuridad, fue Helga Hufflepuff. Salazar, al encontrar resistencia en Helga, supo que con mentir no bastaba... necesitaba algo más.

Salazar Slytherin era un hombre muy astuto. Y sabía que si quería convencer a sus compañeros, tenía que demostrarles que Svenje era todo lo que él decía. Así pues, preparó una trampa... le citó, en medio de un valle para un duelo... Svenje no quería luchar, pero Salazar logró provocarle... y se inició la lucha. Por supuesto, Svenje no era al único al que se había citado allí... y poco después llegaron los otros tres. Al ver la escena, y tras las advertencias que habían recibido tiempo atrás sobre Svenje, todos pensaron que este estaba atacando a Salazar. Dispuestos a defender a su amigo, desenfundaron sus varitas... y se unieron a la lucha.

Rowena no quería dañar a Svenje. Aún le quería... ¿irónico, eh? No confiaba en él, pero le quería. Así pues, de sus labios no salió un hechizo de ataque. La palabra que escapó de sus labios solo pretendía minar la voluntad de Svenje, para que abandonase la lucha. Así, nació la maldición Imperius.

Godric tenía mayor arrojo que la bruja: hervía de ira por haber confiado en quien no debía, y deseaba proteger a Salazar. De ese modo, de su furia nació un hechizo que servía para hacer daño: la maldición cruciatus.

Helga, entristecida, supo que tenía que hacer algo... y creyó, que lo que había corrompido a Svenje era el poder. Culpando al poder, resolvió quitárselo, para así solucionar las cosas sin que nadie sufriera. Y murmuró un hechizo que atrapó la magia de Svenje en su propia varita, dejándolo indefenso. No, nadie sabe qué hechizo fue... se perdió.

Saber que su enemigo carecía de voluntad, había sufrido y ya no poseía magia no bastaba para satisfacer los anhelos de venganza de Salazar. No, él quería asegurarse de que nunca podría volver a alzarse. La maldición que creó ese fatídico día no podía romperse, ni existía escudo tras el que protegerse de ella. Un rayo de luz verde brotó de la varita del mago... y Svenje murió al ser alcanzado por él. Acababa de nacer el avada kedavra.

Conmocionados por el desenlace, pues ellos no deseaban la muerte de Svenje, Godric, Rowena y Helga determinaron rendir culto a la memoria de su compañero caído cumpliendo su sueño sobre el lugar en que que aconteció su muerte. Con esfuerzo y disciplina, levantaron Hogwarts en ese valle... y escondieron la varita, lo único que quedaba de Svenje Skald en el castillo.

Los años pasaron, y Svenje cayó en el olvido... aunque hay quien dice que nunca se marchó del todo. Cuentan algunos rumores que de vez en cuando, el fantasma de un hombre de apariencia nórdica se pasea por los pasillos, ayudando a los pequeños magos frente a las injusticias. Incluso hay quien dice, que es su voluntad la que abre y modifica la sala de los menesteres, en su eterno afán de ayudar.

¿Qué más da? Solo es un cuento... ¿o tal vez no? No forma parte de la leyenda, pero también se dice que hay quienes creen que esto es verídico, y buscan la varita de Svenje, que sigue conservando todo su poder. Por supuesto, ese no es un objeto que pueda tener cualquiera... concretamente, lo buscan dos personas, dos mellizos: uno lo quiere para el bien, otra lo quiere para el mal.

Colorín, colorado... este cuento... ha empezado. Quién sabe... puede, que este sea el inicio de una nueva leyenda. ¿Formarás parte de ella?